Pónganse en el lugar de Malinalli. Están en uno de los puentes de entrada a la Gran Tenochtitlan.

LA NIÑA QUE SOBREVIVIÓ
Pedro J. Fernández

Imaginen que son una joven que acaba de cumplir 15 años, que su piel se parece al color de la tierra, que apenas dejan atrás su niñez… y que sueñan con el que será el gran amor de su vida. Ahora imaginen que es 1519, que son esclavas de unos hombres extraños que vinieron del mar, que su padre murió hace seis años y que fue su madre quien las vendió a unos mercaderes porque a su nuevo esposo le estorbaban.

Imaginen que en sus primeros años de vida vieron cómo los guerreros mexicas doblegaban, por medio de las armas, a los pueblos indígenas que no querían pagar los tributos, que no dejaban de escuchar historias sobre los horribles sacrificios humanos que hacían en sus templos, que abrían el pecho de los condenados y le ofrecían el corazón sangrante a su dios. Imaginen ese mundo salvaje visto a través de los ojos de una niña que se sabe en peligro, y que de repente tiene una cita con el destino cuando es regalada a hombres de piel blanca, ojos claros y barba dorada, que vinieron del mar y que se parecen a las descripciones que han hecho del dios Quetzalcóatl.

Pónganse en el lugar de Malinalli. Están en uno de los puentes de entrada a la Gran Tenochtitlan. Acompañan a un Hernán Cortés que viste su armadura plateada, 400 españoles están a sus espaldas, y sin embargo ustedes son pieza clave para lo que va a ocurrir. De repente aparece una comitiva de guerreros, mayordomos y políticos mexicas encabezados por el hombre más importante de aquel mundo, el tlatoani que ahora conocemos como Moctezuma. Díganme, sin prejuicios de ningún tipo, sin recordar lo que les han contado sobre la Conquista de México… ¿qué sentirían exactamente? ¿Miedo? ¿Les temblarían las piernas? ¿Traducirían sin tartamudear el mensaje que les da Moctezuma, para que Jerónimo de Aguilar se los diga en voz alta a los españoles? Sean honestos con sus respuestas, y verán que comienzan a entender a la mujer a la que han insultado durante tantos años.

Yo soy de la idea de que quien llama traidora a Malinalli es porque no entiende la vida complicada que tuvo ella, testigo y actriz de lo que habría de convertirse en aquel proceso histórico llamado la Conquista de México. Claro, no podría ser de otra forma. Las pinturas y películas siempre la han mostrado como una mujer adulta, manipulada por Hernán Cortés, que se vuelve cómplice de los españoles que orquestarían la caída de la Gran Tenochtitlan. La señalamos con el dedo, la hacemos responsable de la crueldad a los indígenas, hasta nos referimos a ella con aquella palabra que describe ese sentimiento de amor por todo lo extranjero: malinchismo. ¿La verdad? ¡Malinalli era una niña-mujer que decidió luchar, sobrevivir, permanecer digna, usar su inteligencia, y destacar entre los hombres de su época! (Pg.34)

***

Los mensajeros llegaron con Hernán Cortés, hablaron en nombre de Moctezuma, y se encontraron con un dilema: Jerónimo de Aguilar no conocía el náhuatl. No podía traducirle a Cortés lo que aquellos hombres decían, lo cual era un problema gravísimo… hasta que se acordaron de la noble prisionera que conocía bien el idioma de los mensajeros. Entonces, por primera vez se dio uno de los juegos de “teléfono descompuesto” más memorable de la historia mundial. Los emisarios mexicas dieron su mensaje en náhuatl a Malinalli para que ella lo repitiera en maya, y finalmente Jerónimo de Aguilar pudiera recitarlo en español (o mejor dicho, castellano).

Esos primeros momentos de traducción debieron ser complicados para Malinalli, quien trataba de encontrar las palabras adecuadas en un idioma para repetirlas en otro. ¿Cuánto del mensaje se habrá perdido en ese ir y venir de vocablos? ¿Qué habrá pensado de lo que se decían? ¿Qué tanto inventó por no traducir una expresión idiomática? Malinalli, sin quererlo, se convirtió en la primera gran traductora del Nuevo Mundo y en una pieza fundamental para ese choque de dos civilizaciones, la americana y la europea.

Para ella, los siguientes meses no serían fáciles, pues Moctezuma insistió en enviar más regalos de oro con la intención de alejar a los españoles, pero éstos sólo quisieron conocer la fuente de tan codiciado tesoro, y avanzaron hacia la Gran Tenochtitlan. En el camino se encontraron con otros pueblos indígenas, a través de los cuales Cortés se enteró del enorme descontento que había hacia los mexicas, de modo que los españoles pactaron con aquellos pueblos, principalmente con los tlaxcaltecas (otros que han pasado a la historia como grandes traidores).

Pues bien, la forma de realizar este pacto fue muy sencilla, una vez más recurrieron a los dones de Malinalli para hacer aquel “teléfono descompuesto”.

Y el pacto quedó establecido.

Es destacable que en aquellos tiempos fuera Malinalli una de las indígenas que les enseñara a los españoles acerca de la religión y las costumbres de aquellos pueblos. Mientras que los españoles hicieron lo mismo, al hablarles a los diferentes pueblos indígenas de cómo era el rey Carlos, de las ciudades en España y, por supuesto, de la religión que llevaban. Por lo pronto, Jerónimo de Aguilar les habló de la religión católica, cuyas explicaciones Malinalli atendió muy bien y, llegado el momento, fue una de las primeras mujeres en América en recibir el bautismo. El nombre cristiano que se le otorgó fue Marina… y por mucho tiempo se le conoció como doña Marina. Cabe destacar que “doña” no era un título que se otorgaba a la ligera, más bien indicaba que desde inicios de la aventura de Cortés se le tenía en gran estima a la joven. Lástima que no haya pasado a la historia como Marina o Malinalli, sino simplemente como Malinche (de manera despectiva).

En su andanza hacia Tenochtitlan, los españoles se detuvieron en Cholula, donde no serían bien recibidos, aunque de momento no lo sabían. Es aquí donde nuestra querida Malinalli jugó otro papel importante.

Cortés fue advertido de que los tlaxcaltecas no podrían entrar a Cholula por su enemistad con los habitantes de esta ciudad. Queriendo evitarse problemas, les pidió a los tlaxcaltecas que permanecieran fuera, mientras él y un grupo de españoles entraron a lo que luego describieron como una ciudad verdaderamente majestuosa. Malinalli iba con ellos, siempre cerca de Hernán Cortés, como su compañera incondicional.

Puedo imaginar la incertidumbre de aquella niña de 15 años al entrar a una gran urbe, majestuosa y desconocida, llena de casas, templos, murmullos y miradas expectantes. Habrá, sin duda alguna, abierto bien los ojos para entender todo lo que sucedía a su alrededor, sin imaginar que una vieja la tomaría del brazo para llamar su atención.

Sin que los españoles se percataran de este hecho, la vieja le reveló a Malinalli que se tramaba un oscuro complot para matar a todos los españoles. Claro, se lo advertía para que ella tuviera la oportunidad de dejar atrás a Hernán Cortés y salvar su vida. ¿Por qué no lo hizo? ¿Qué mantuvo a Cortés y a Malinalli tan juntos a lo largo de los tortuosos meses que significaron la Conquista de México? Se ha especulado sobre el amor que pudieron haber sentido el uno por el otro, incluso que ambos entendieron que se necesitaban para sobrevivir. Yo, por lo pronto, soy un poco más romántico, y creo que había algo entre ellos que nunca supieron expresar.

De cualquier forma, haya sido la razón que haya sido, Malinalli informó a Cortés sobre aquella funesta traición y éste puso manos a la obra para evitarla. Se hizo de guerreros tlaxcaltecas y de otros pueblos indígenas, y esa noche llevó a cabo lo que hoy se conoce como La matanza de Cholula. Después de todo, los cholultecas eran aliados de los mexicas, los mismos que tanto odiaban los tlaxcaltecas. Aquello se salió de control. Se estima que ese día perecieron alrededor de 6 000 seres entre hombres, mujeres, niños y animales, que quedaron muertos y despedazados en la plaza principal.

¡Qué silencio debió sentirse aquella mañana en la que se percibió la muerte en esa plaza! La guerra, no dicha, comenzaba a darse. Los castellanos y sus aliados tenían el paso libre para llegar a Tenochtitlan… y el 8 de noviembre de 1519 sucedió el encuentro que he narrado anteriormente, y en el cual Malinalli fue importantísima para que Moctezuma y Cortés pudieran entenderse. Así lograron entrar a la ciudad.

Lo que sucedió durante los siguientes meses tiene más que ver con la relación entre Cortés y Moctezuma… y cómo es que ahora podemos (o no queremos) entenderlos. Lo que sí está claro es que la forma de comunicarse fue a través de las palabras de Malinalli, quien demostró ser más inteligente de lo que se hubiera esperado de ella. Y es que aprendió a hablar castellano, de modo que pudo traducir los mensajes de Moctezuma, en náhuatl, directamente al idioma de Cortés, sin necesidad de usar a Jerónimo de Aguilar como intermediario.

Que haya existido un intercambio de ideas no significa que haya comprensión entre los personajes de esta historia. Poco a poco comenzó a deteriorarse la relación entre Cortés y Moctezuma. Parecían no entenderse entre ellos, y después de que Cortés tuvo que resolver un asunto en Veracruz, Pedro de Alvarado, quien se quedó en Tenochtitlan, aprovechó una fiesta ceremonial de los mexicas para realizar un ataque. Hoy lo conocemos como La matanza del Templo Mayor. (Pg.34)

***

Mi querido Zunzunegui tiene razón, acusamos a Malinalli de traicionar a México, cuando México no existía. Más bien fue una mujer de su tiempo, que tuvo que sobrevivir a La matanza de Cholula y del Templo Mayor, a la ira de los mexicas, pero también a la ira de Cortés. Ella fue testigo de cómo Tenochtitlan fue sitiada y finalmente derrotada el 13 de agosto de 1521.

La pasión entre Malinalli y Cortés finalmente fue consumada, porque un año después ella dio a luz a un hijo de ambos, un hombre que sería llamado Martín Cortés, que siempre llevó el apodo de el Mestizo. Sin embargo, Malinalli y Cortés nunca se casaron, ni siquiera cuando él enviudó por causas bastante sospechosas.

Malinalli se quedó en la Ciudad de México, donde se casó con un hombre llamado Juan Jaramillo, con quien se sospecha tuvo una hija. Los últimos años de Malinalli se difuminan un poco en la historia. La versión más aceptada de su muerte es que enfermó de viruela y murió a inicios de 1529. Su tumba nunca ha sido encontrada, aunque muchos historiadores han hecho esfuerzos por hallarla.

Los testimonios que nos han llegado sobre Malinalli provienen principalmente de hombres europeos y anécdotas posteriores. En pocos destaca su asombrosa dignidad.

Desde entonces, su imagen se ha ido deteriorando como una mujer chingada (según la describe Octavio Paz) o sumisa y desnuda (como en el mural de Diego Rivera en el Colegio de San Ildefonso). Su nombre se ha transformado en un sustantivo que significa desprecio por lo mexicano y amor por lo extranjero; pero yo creo que, a 500 años de ese proceso histórico llamado Conquista de México, es necesario ponernos en el lugar de Malinalli, entenderla como una mujer de su tiempo que supo sobrevivir y estar a la altura de las circunstancias.

Más que llamarla traidora, deberíamos estar orgullosos de que una mujer tan inteligente y valiente sea madre del mestizaje mexicano. (Pg.40)

ABOUT SOY MALINTZIN / I AM MALINTZIN

La protagonista indiscutible de la Conquista de México cuenta su verdadera historia.

Durante la primavera de 1519, Hernán Cortés recibe como tributo varias esclavas, sin saber que entre ellas se encuentra una joven que cambiará su destino.

Malintzin también conocida como Malinche, sabe hablar con fluidez maya y náhuatl, y utilizará estas lenguas para sobrevivir en medio de una guerra inevitable y un mundo que dejará de existir entre el humo y el fuego.

De forma íntima, esta inolvidable novela recrea la vida de una mujer que fue protagonista de momentos y batallas que marcaron el violento choque de dos mundos, y que llevó palabras entre el capitán castellano Hernán Cortés y el huey tlatoani Motecuhzoma, dos hombres que tenían ideas muy diferentes sobre la vida, el honor, la fe y la muerte. También rescata los períodos más desconocidos de la vida de Malitnzin, desde su infancia y adolescencia hasta los primeros años de la Colonia española en América, tras la caída de la Gran Tenochtitlan.

Sin duda, esta reveladora novela invita a reflexionar sobre uno de los momentos más dolorosos y menos comprendidos de la historia de México.



ENGLISH BOOK DESCRIPTION

The undisputed protagonist of the Conquest of Mexico tells her true story.

During the spring of 1519, Hernán Cortés receives several slaves as payment, without knowing that among them is a young woman who will change his destiny. Malintzin, also known as Malinche, can speak Mayan and Nahuatl fluently, and she will use these languages to survive in the midst of an inevitable war and a world that will cease to exist between smoke and fire.

In an intimate way, this unforgettable novel recreates the life of a woman who was the protagonist of moments and battles that marked the violent clash of two worlds, and who brought words between the Castilian captain Hernán Cortés and the huey tlatoani Motecuhzoma, two men who had very different ideas about life, honor, faith, and death. It also rescues the most unknown periods of Malitnzin’s life, from her childhood and adolescence until the early years of the Spanish Colony in America, after the fall of Great Tenochtitlan.

Without a doubt, this revealing novel invites us to reflect on one of the most painful and least understood moments in Mexico’s history.

“México a tres bandas: Un recorrido crítico de la historia de México (Spanish Edition)” by Juan Miguel Zunzunegui, Leopoldo Mendivil, Pedro J. Fernández